La Octava de Pascua permite reafirmar que la Resurrección de Jesús se prolonga más allá del día de Pascua. Está formada por los ocho días que siguen al Domingo de Pascua, hasta el domingo siguiente.
El júbilo del Domingo de Pascua se prolonga ocho días seguidos, y se considera como si fuera un solo día. (Como si fuese un domingo largo.) Con el Domingo de Resurrección comienza los cincuenta días del tiempo pascual que concluye en Pentecostés
Fueron días especiales y compartimos con ustedes nuestras reflexiones; Jesús Resucitado nos sorprende a todos. Seguramente los discípulos no esperaban que Jesús volviese a la vida y que “Jesús Resucitado” se les apareciese sin perder correlación con el “Jesús Crucificado”. ¿No habían visto a Lázaro, el hermano de Marta y María, ser resucitado por Jesús? ¿No se los había anunciado Jesús varias veces? Se maravillan porque lo que contemplan sus ojos es algo inusitado, desconocido. Ellos creían en la resurrección de los muertos, como buenos judíos, educados por judíos y fariseos, pero creían que iba a ocurrir al final de los tiempos, no en el tiempo. Se sorprenden porque lo ven y lo oyen ellos experimentaron que Jesús resucitó al tercer día, como lo había anunciado. Experimentar no es lo mismo que escuchar y entender que Jesús resucitó y vive para siempre.
– Jesús resucitado les regala la paz que necesitaban porque tenían miedo, precisaban serenar su corazón y su mente en el presente y de frente al futuro. También hoy Jesús resucitado nos regala la paz tan necesaria en este momento histórico que estamos viviendo. La paz es necesaria para el desarrollo sustentable, no significa únicamente ausencia de conflictos. Es aceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar, reconocer, respetar y valorar a los demás, así como vivir de forma pacífica y unida.
– Jesús les da su misma misión, les dona el Espíritu Santo para que cumplen con valentía y libertad interior esa misión. Durante tres años fueron “viviendo” la misión de Jesús y el modo de llevarla a cabo.
– Jesús les da el poder de perdonar los pecados, ya que sólo Dios puede perdonar los pecados.
Podemos pensar que las Escrituras se refieren al perdón de dos formas. El Señor nos pide arrepentirnos de nuestros pecados y pedir Su perdón. También nos enseña a perdonar a los que nos ofendan.
– Jesús les demuestra su amor para fortalecer su fe, así lo hizo con Tomás; “Acerca tu dedo y toca mis manos, acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente” (Evangelio).
– Jesús les da el poder de edificar la Iglesia por medio de la predicación, la oración, y mediante la realización de muchos prodigios, signos y curaciones. Muchas veces escuchamos decir, “Todo comenzó en Galilea” …Vayamos a Galilea a encontrarnos con Jesús Resucitado. ¡Que la alegría de la resurrección ilumine nuestro corazón! ¡Felices Pascuas!
Comunidad Educativa San Vicente Grossi – Caseros
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